** Facultad de Ciencias Jurídicas
Instituto de Investigación en Ciencias Jurídicas

  Año 2014

  Proyecto:   El trabajo en la antigua Roma, desde la formación de la civitas hasta los comienzos del Imperio. Perspectivas para un estudio crítico del moderno contrato de trabajo en Argentina.


Investigadores

Resumen

Costa, José Carlos
Di Pietro, Alfredo Gustavo
Somovilla, Claudia Gabriela

El resultado de la investigación desarrollada nos condujo a modificar el título -para con el presente informe final-, ajustándolo a los testimonios que se presentan.

El título es entonces: "El trabajo en la antigua Roma, desde la formación de la civitas hasta los comienzos del Imperio. Perspectivas para un estudio crítico del moderno contrato de trabajo en Argentina", que apreciamos refleja con mayor certeza el producido.

Enderezando así aquel inicial que fue -al iniciar la investigación-: "El trabajo en Roma. Su consideración jurídica desde los inicios de Roma y hasta los comienzos del Imperio. Pervivencia de algunos aspectos en el Derecho Argentino".

 

INTRODUCCION

 

Hemos iniciado y desarrollado el proyecto de investigación sobre "El trabajo en la antigua Roma, -desde la formación de la civitas y hasta los comienzos del Imperio-, adoptando como presupuesto que en el mundo antiguo el trabajo se halla indisolublemente unido al problema de la esclavitud.

A partir de esta premisa y del análisis de las fuentes, se procedió a estudiar la relación entre la esclavitud y el trabajo en un contexto social y económico muy peculiar como lo es el de la formación de la civitas hasta llegar a los orígenes mismos del imperio romano.

Hemos considerado una extensa gama de labores rústicas, y asimismo aquellas que hoy llamaríamos liberales y su retribución.

En definitiva, se trata de indagar la realidad del trabajo en el período histórico propuesto, para elaborar conclusiones que sirvan como aporte científico para re-construir el derecho como se fue desarrollando.

 

Los objetivos fijados inicialmente fueron:

 

1) Progresar en el conocimiento del trabajo en la Roma antigua, desde la ciencia del derecho.

2) Establecer el vínculo existente entre la esclavitud y trabajo en el período histórico propuesto.

3) A partir de las conclusiones obtenidas, realizar un análisis crítico del moderno contrato de trabajo.

4) Publicar y difundir ante la comunidad científica el resultado de la investigación.

 

La hipótesis que motivó este proyecto de investigación, se podría resumir en la idea que el trabajo antiguo estaba inescindiblemente unido a la situación de esclavitud. Sin embargo, durante el desarrollo del proceso de  reunión de fuentes - clasificación -  análisis de los textos obtenidos, en el curso de la investigación nos ha conducido a un resultado que fue variando  del previsto originalmente.

 

 

I.- El sentido del trabajo en el mundo antiguo.

 

En primer lugar hemos procurado establecer como punto de partida de esta investigación la idea de otium (ocio).

 

La ciudad antigua se caracterizó por la existencia de una clase ociosa, que fue la de sus notables. El ocio fue el aspecto principal de la vida privada, y al mismo tiempo considerado como un mérito.1

 

Señala Aristóteles en la Etica a Nicómaco que "trabajamos para tener ocio", en el sentido que el hombre antiguo, ve la labor cotidiana con un cierto desprecio, en relación al ocio, pues sólo los hombres ociosos se hallan moralmente conformes con el ideal humano, y merecen ser llamados ciudadanos de pleno derecho. Escribió: "La perfección del ciudadano no califica al hombre libre sin más ni más, sino sólo a aquél que se ve libre de las tareas necesarias a las que se dedican siervos, artesanos y braceros; estos últimos no podrán ser ciudadanos, si la constitución otorga los cargos públicos a la virtud y al mérito, ya que no es posible practicar la virtud si la vida que uno lleva es de obrero o bracero"2.

 

Lo que quiso enseñar Aristóteles no es que un pobre carezca de los medios para la práctica de determinadas virtudes; sino más bien, que un respetable ciudadano del mundo antiguo, debía poder dedicarse libremente a la filosofía y al conocimiento, sin que las necesidades materiales que demanda la vida cotidiana, distrajeran su atención. Por tal motivo, pudo afirmar que "El ocio es el punto cardinal alrededor del cual gira todo" 3.

 

En latín, la palabra "ocio" es sinónimo de "schola", de modo tal que al lugar en donde se imparte la educación, también se lo llama "ocio". Resulta entonces necesario resaltar  que tanto en la lengua latina como en la griega, existe una palabra que expresa la negación del ocio: nec-otium, es decir "negocio" entendiendo por ello, la preocupación por los asuntos patrimoniales.

 

Los pensadores griegos, confirmaron a los romanos en esta convicción natural. "Las artes del común, las artes sórdidas -escribe Séneca-, son, de acuerdo con el filósofo Posidonio, las de los trabajos manuales, que emplean todo su tiempo en ganarse la vida; semejantes menesteres no tienen nada de atractivo y apenas si se acercan en algo al bien".

 

Cicerón afirmaba que "cuanto tenga que ver con un salario es sórdido e indigno de un hombre libre, porque el salario en esas circunstancias es el precio de un trabajo y no de un arte; todo el artesanado es sórdido, como lo es también el comercio de reventa"4.

 

Los trabajadores, según Aristóteles, no eran capaces de gobernar la ciudad, ni debían ni podían pensar en ello. Y Jenofonte, enseñaba que los oficios manuales afeminan a los que los ejercen, "porque los obligan a permanecer sentados a la sombra, y a veces, incluso, a pasarse todo el día junto al fuego"; además, los artesanos "no tienen tiempo para ocuparse de sus amigos, ni de velar por el bien de la ciudad".

 

El comercio es algo indigno -repetía Cicerón- y si efectivamente son indignos todos los oficios artesanos, añade, en cambio las profesiones liberales como la arquitectura o la medicina, son honorables.

 

Sin embargo, no todas las opiniones son coincidentes. 

 

Marco Aurelio, emperador romano del siglo II d.C. escribió5: "No es contrario a la naturaleza ni el trabajo de la mano ni el del pie, en tanto el pie cumpla la tarea propia del pie, y la mano, la de la mano. Del mismo modo, pues, tampoco es contrario a la naturaleza el trabajo del hombre, como hombre, en tanto cumpla la tarea propia del hombre. Y, si no es contrario a su naturaleza, tampoco le envilece". Y en el Libro IV - 40 se lee: "Un instrumento, una herramienta, un apero cualquiera, si hace el trabajo para el que sido construido, es bueno; aunque esté fuera de allí el que lo construyó. Pero tratándose de las cosas que se mantienen unidas por naturaleza, en su interior reside y persiste el poder constructor; por esta razón es preciso tenerle un respeto especial y considerar, caso de que tú te comportes y procedas de acuerdo con su propósito, que todas las cosas te van según la inteligencia. Así también el Todo le van sus cosas conforme a la inteligencia".

 

II. -El trabajo en la literatura clásica.

 

Consideramos interesante y necesario, apreciar la cuestión del trabajo tal cual aparece planteado en la literatura de la época -a la cual hemos circunscripto nuestra tarea-.

 

En la Teogonía de los trabajos y los días, Hesíodo presenta una visión muy valorativa del trabajo. En el proemio sobre el trabajo, escribió: "Yo sé lo que te conviene, gran necio Perses, te lo diré: de la maldad puedes tomar fácilmente cuanto quieras. De la virtud, en cambio, el sudor pusieron delante los dioses inmortales; largo y empinado es el sendero hacia ella, y áspero al comienzo. Pero cuando se llega a la cima, entonces resulta fácil por duro que sea. Es el mejor hombre en todos los sentidos el que por sí mismo se da cuenta -tras meditar de lo que luego y al final será mejor para él. (…) Ahora bien, tú recuerda siempre nuestro encargo y trabaja, Perses, estirpe de dioses, para que te aborrezca el hambre y te quiera la venerable Deméter de hermosa corona y llene de alimento tu cabaña, pues el hambre siempre acompaña al holgazán. Los dioses y los hombres se indignan contra el que vive sin hacer nada, semejante en carácter a los zánganos sin aguijón, que consumen el esfuerzo de las abejas, comiendo sin trabajar. Pero tú preocúpate por disponer las faenas a su tiempo para que se te llenen los graneros con el sazonado sustento. Por los trabajos se hacen los hombres ricos en ganado y opulentos; y si trabajas, te apreciarán mucho más los inmortales -y los mortales pues aborrecen en gran manera a los holgazanes-. El trabajo no es ninguna deshonra; la inactividad sí lo es. Si trabajas, pronto te tendrá envidia el haragán al hacerte rico. La valía y la estimación van unidas al dinero"6.

 

Es un común denominador en el mundo antiguo, que la riqueza equivale a la virtud. Cabe como ejemplo un proceso en el que era acusado Demóstenes, quien lanzó a la cara de su adversario los reproches siguientes: "Valgo más que Esquines y soy mejor nacido que él. No quisiera dar la impresión de estar insultando a la pobreza, pero es preciso reconocer que, de niño, tuve la suerte de frecuentar buenas escuelas, y de poseer la fortuna suficiente para no verme forzado por la necesidad de realizar trabajos viles. En cambio, Esquines, a ti te tocó tener que barrer como un esclavo la escuela donde enseñaba tu padre". De este modo, Demóstenes ganó triunfalmente su proceso7.

 

Está fuera de duda, que los ricos no tienen que trabajar; sólo que, -como escribe Platón-, cometen a pesar de todo el error de trabajar por codicia. Su ansia de riqueza "no les deja ningún instante de respiro para poder ocuparse de otra cosa que de sus propiedades privadas".

 

El mismo Hesíodo, afirmó: "Una vergüenza denigrante embarga al necesitado, una vergüenza que hunde completamente a los hombres o les sirve de gran provecho, una vergüenza que va ligada a la miseria, igual que la arrogancia al bienestar"8.

 

Una mención interesante acerca del trabajo, podemos encontrar en Varrón: "De rerum rusticarum". Allí hizo una descripción meticulosa del trabajo rústico, y de los diferentes oficios. La contratación del personal, es uno de los aspectos más representativos: "…Hay muchos propietarios que prefieren contratar por año, en la vecindad, los médicos, molineros y otros obreros que puedan tener necesidad, antes que tenerlos permanentemente en su finca, ya que la muerte de uno de ellos se lleva buena parte del rendimiento de la misma. Pues en verdad, sólo los propietarios de ricas y extensas fincas pueden permitirse el lujo de tener muchos sirvientes"9.

 

 

La prestación de los servicios fue llevada a cabo por hombres libres y por esclavos: "Todo lo que se relaciona con el cultivo, se lleva a cabo por hombres libres, por esclavos, o por ambos a la vez. Los hombres libres que cultivan por sí mismos y con su progenie la tierra, son en su mayor parte pobres o mercenarios, que se encargan de algunos trabajos importantes, como la siega o la vendimia, y otra clase de gentes que trabajan bajo su dirección a los que nuestros abuelos llamaban "obaerarii"10.

 

De allí es que se forma el vocablo "obrero", que se utiliza en nuestra lengua.

 

Las tareas agrícolas son realizadas por personal que debe conocer claramente su oficio. Dice al respecto Varrón: "He aquí lo que escribió Casio: deben escogerse operarios bien dispuestos que puedan llevar a cabo el trabajo, no menores de 22 años de edad, y que tengan afición por la agricultura. Se puede formar juicio anticipado de su calidad mediante trabajos de prueba o preguntándoles acerca de lo que hacían con su anterior señor. Los jefes no han de ser ni insolentes ni tímidos. Los que han de dirigir deben tener cierta ilustración y buenas maneras, y ser honrados y de mayor edad que los obreros. De este modo serán obedecidos por los más jóvenes. Además han de conocer muy bien todo lo que se refiere a las operaciones del campo; pues no sólo deben mandar, sino también trabajar para que su ejemplo sea imitado, y a fin de que sus subordinados conozcan que se hallan en su puesto por su saber y por su experiencia. Tampoco debe permitírsele emplear castigos para hacerse obedecer, cuando se puede lograr lo mismo con buenas palabras".

 

También refiere a la existencia de diversos oficios agrarios. Entre ellos el"uillicus", es decir el encargado de la administración del campo, el"magister pecoris" o encargado del ganado, así como el "Venaliumgreges". El "opilio" y el "arator", se suman a esas labores.

 

Es importante destacar hasta qué punto Varrón analiza la organización de una finca rústica que llega a determinar la cantidad de obreros que resultan necesarios de acuerdo a la extensión de la tierra, y asimismo la composición de quienes trabajan: "Omnes agricoluntur hominibus servis aut liberis aut utrisque", es decir que la mano de obra estaba compuesta por hombres, empleados, niños o ambas cosas. La palabra "obaerarii", que podría traducirse como "obrero", significa literalmente "por dinero", "por remuneración".

 

También ocupa un lugar importante la disciplina. Por eso recomienda Varrón: "Los que han de dirigir, deben tener una cierta ilustración y buenas maneras, y ser honrados y de mayor edad que los obreros. De este modo serán obedecidos por los más jóvenes. Los jefes no han de ser ni insolentes ni tímidos. Además deben conocer muy bien todo lo que se refiere a las operaciones en el campo, pues no solo deben mandar, sino también trabajar para que su ejemplo sea imitado y a fin de que sus subordinados reconozcan que se halla en su puesto por su saber y su experiencia. Tampoco debe permitírseles emplear azotes para hacerse obedecer cuando se puede lograr lo mismo mediante las buenas palabras. No deben tenerse muchos esclavos de la misma nación, pues ello es causa de bastantes disensiones domésticas. Es bueno estimularlos con recompensas tales como permitirles la formación de su propio peculio, y hasta unirse con las sirvientas de la casa para formar familia. Los hijos de tales uniones hacen que los padres se sientan más firmemente ligados a la finca.11".

 

Y más adelante señala: "En cuanto a los jefes, hay que cultivar su amor propio, dándoles alguna distinción honorífica, y asimismo a los obreros que sobresalgan, haciéndoles alguna consulta sobre lo más conveniente en determinadas tareas. Esta consideración los realza a sus propios ojos, al pensar que se les tiene en cuenta para alguna cosa. A los más aplicados debe animárseles con un tratamiento mejor, una alimentación escogida y con los mejores vestidos, así como liberarlos de ciertos trabajos pesados, o bien permitiéndoles que tengan algún ganado propio en los pastos de la finca. De esta manera se contrarresta una orden mal dada o de un castigo severo y se les inspira buena voluntad y benevolencia para con sus dueños.12".

 

 

Los esclavos del Epiro, solían formar familia, y por eso eran los más reconocidos,  y al mismo tiempo los más caros13.

 

Cabe hacer referencia a la etimología del vocablo "familia". Ello dado que el trabajo en el campo implica una verdadera comunidad, integrada por hombres, mujeres, niños, obreros y esclavos, dirigida por aquellos que están mejor preparados para hacerlo.

Incluso llega a informarse de una "ratio ac scientia colonis", es decir de un conocimiento propio y característico de la vida rural. También Scrofo refiere a una "scientia pecoris parandi ac pascendi".

 

III.- El elogio de las abejas.

 

Resulta interesante destacar que hacia el final de su obra "de rerum rusticarum", Varrón realiza un elogio de las abejas de un profundo simbolismo.

Escribió: "Las abejas no viven solitarias, como las águilas, sino reunidas, como los hombres. Pues lo mismo, hacen también los grajos, no de la misma manera, ya que las abejas se agrupan para trabajar y construir, lo que no hacen aquéllos. Entre las abejas se ve el ingenio y el arte en los trabajos que ejecutan, en las celdas que edifican y en la manera de acercar sus provisiones. De ellas hay que atender tres cosas: su alimentación, la construcción de su vivienda, y su obra, ya que no es lo mismo su alimento que la cera, ni ésta que la miel, ni la miel que su vivienda; en cada panal las celdas son de seis lados en total, tantos como patas tiene la abeja. Los geómetras han demostrado que un "hexágonon" inserto en una esfera, desperdicia menos espacio que cualquier otra forma. Las abejas salen a buscar su alimento, pero es dentro de las celdillas donde elaboran ese dulcísimo producto tan agradable a los hombres como a los dioses. Lo que se saca de los panales se emplea tanto en los altares como en nuestras mesas, y se sirve tanto al comienzo de nuestros banquetes como al final de los mismos. Las abejas, como los hombres, tienen ciudades en las que hay un rey, un imperio, una sociedad. Allí se observa la más exquisita limpieza…"

 

En otra parte del texto, y continuando con el elogio de las abejas destacó: "No son dañinas ni ocasionan deterioro alguno sobre los objetos sobre los que se posan, salvo que se les moleste en su trabajo. (…) Nunca se encuentran ociosas y detestan a los perezosos; así se les ve hacer constantemente la guerra a los zánganos y los expulsan de su lado ya que consumen la miel sin ayudar a prepararla. (…) Viven todas como un ejército, unas vigilan mientras otras duermen, se reparten entre sí las tareas y envían colonias a otras partes. Obedecen a la voz de sus jefes, como los soldados a los sonidos de la trompeta, y como ellos, tienen sus signos de paz y guerra".

 

Este texto merece un análisis que abarca desde las prácticas y técnicas que corresponden al oficio, hasta el valor que viene a representar la labor de las abejas como paradigma del labor improbus Virgiliano, que "todo lo puede".

 

IV.- El trabajo de los libertos.

 

Merece una consideración especial -en el mundo antiguo- el trabajo de los libertos. Se halla en la situación de "liberto" aquél esclavo que ha sido liberado por su dominum. Las tareas que desarrollan los libertos, se concertan en un marco de libertad, y reciben genéricamente el nombre de "operis libertorum".

 

La obligación de prestar servicios: "iurisiurandi obligatio", se contrae mediante la realización de un juramento, que debía realizarse libremente. Es aquí en donde se aplica el principio "In potestate liberti est, operas dare", es decir que está en la potestad del liberto, trabajar o no. Es él quien decide

 

Necesariamente estas tareas eran remuneradas. Es aquí donde encontramos el principio: "nec pars operae per hora solvi potest", es decir que no es posible pagar esas tareas "por hora", pues ello implicaría rebajar al liberto a una situación análoga a la que tuvo siendo esclavo. Las "fabriles operae", eran remuneradas en su conjunto, de modo similar al de una "locatio conductio operis".

 

Como enseña Guzmán Brito: "En la "locatio conductio operarum" se da o toma en arrendamiento el trabajo o servicio considerado en sí mismo como actividad; aunque la confección de una obra material presuponga una actividad; si el objeto del contrato es dicha obra, como efecto material terminado sobre una cierta cosa, entonces ya no se trata de operas locare sino deun opus faciendumlocare, y los intérpretes dicen "locatio conductio operis". Quien más  adelante agrega: "Se trata de encargar unos anillos de oro al orfebre, y entonces el oro puede ser aportado bien por el que encarga aquellos, bien por el orfebre. En el primer caso nunca hubo dudas de tratarse de una locación; en el segundo, todavía Casio pensaba que había dos contratos: uno de compraventa concerniente a la materia y otro de locación, relativo al trabajo; pero prevaleció la opinión de ser un único contrato de compraventa (Gai. 3.147; cfr.D.18.1.20; 19.2.2.1; 34.2.34 pr)…El arrendamiento de obra material es una de las fuentes más importantes de tipificación de nuevos contratos en el derecho moderno, desprendidos como autónomos de él como los de transporte terrestre y marítimo, de cosas y personas, de construcción, de reparación, de manutención, de hospedaje, de restaurante ( ahora suele decirse: "restauración"), etc.".

 

Explica el romanista chileno que, como el contrato tiene por objeto un opus terminado y no las operae del conductor, resulta secundario si la obra la ejecuta  personalmente con su trabajo o bien con el trabajo de esclavos, subordinados  o subcontratistas. Siendo su obligación la entrega  hecha, en la forma y en el plazo acordado.

 

Por su parte, Helmut Coing14, se refiere a la cuestión en el Capítulo VI titulado "Los comienzos del moderno derecho del trabajo" plantea en la Introducción: I.- El problema de la regulación de la relación laboral, refiere a la locatio conductio del Derecho Común, en los siguientes términos: "La necesidad de crear un nuevo derecho para el trabajo se manifestó en el siglo XIX en un principio a base de desarrollos fácticos…

Pero en el derecho tradicional del Continente coexistían comprensiblemente ningún contrato tipo que fuera apropiado para estas nuevas relaciones laborales. La locatio conductio del Derecho Común era apropiada para prestaciones manuales, el mandato para los servicios superiores. Pero sobre todo con la introducción de la libertad contractual, que en el Continente tuvo lugar antes de la industrialización, se había partido de la idea de que una sociedad de hombres libres por naturaleza debía producirse un equilibrio y con ello una armonía…(Pág.235)".

 

Luego Coing trata más adelante del contrato de trabajo y se detiene en la elaboración de las particularidades de dicho contrato, donde puede leerse:

"Para la comprensión y la solución de los problemas del contrato de trabajo en la industria moderna el derecho de entonces ofrecía a los juristas del siglo XIX pocos puntos de apoyo.

El Derecho Común tenía la figura de la locatio conductio operarum. Los esfuerzos de los Comentaristas, sobre la concepción del trabajo, redescubiertos por MAYER - MALY, no fueron continuados por la literatura del Derecho Común más moderno. En la locatio conductio operarum se trata de un contrato recíproco en el cual se prometen determinados servicios (corporales o "comunes") a cambio de una remuneración; reinterpretó que la prestación prometida consistía en una actividad.

Las primeras codificaciones y los Códigos civiles basados en ellas aparecieron también en la era preindustrial. Reproducían también esencialmente solo las reglas generales del Derecho Común (Pág.246 - 247)".

 

Parte de la investigación estudia  las "Patronorum querellas", y la libertad de negociar lícitamente. Así, en la casuística del digesto, hemos visto el caso de la libertad de la esclava prostituida, los juramentos contrarios a la Lex Aelia Sentia, el caso del liberto que realiza el mismo negocio de su patrono (Dig. 37. 14. 18) (Dig. 38. 1. 45), el caso del liberto ingrato (Dig. 37. 15. 3).

Existe asimismo una responsabilidad del patrono y sus descendientes por los actos del liberto, tal como surge de (Dig. 37. 15. 7). El ejercicio del arte contra la voluntad de la patrona. (Dig. 37. 15. 11). El "iudicium de operis" (Dig. 38. 1. 13).

Resultan interesantes de analizar los casos en que el patrono no debe ser oído: cuando los rechaza la edad, la salud, cuando se menoscaba el instituto, o el propósito de la vida. La necesidad de tiempo para poder alimentarse (Dig. 38. 1. 50) La sanción pretoriana de Dig. 38. 1. 20. El lugar de prestación de los servicios. Los gastos de traslado (Dig. 38. 1. 21).

 

Desde el punto de vista de la "higiene laboral", los "temporis spatiaquae ad curam corporis necesaria sunt" (Dig. 38. 1. 22. 2) resultan un antecedente valioso de las normas que restringen la jornada laboral en favor del descanso necesario.

 

También encontramos otros casos, vinculados al tema de los libertos, como ser: La obligación del liberto, dependiente del ejercicio del oficio. (Dig. 38. 1. 23). El arrendamiento de los servicios del liberto. El caso del liberto médico que prohíbe a sus libertos el ejercicio del arte. (Dig. 38. 1. 26). La prohibición de imponer trabajos a los que se supedite la alimentación del liberto. Las obligaciones alimentarias del patrono.

 

V.- La disminución, el aumento o la mutación de los servicios.

 

Seguidamente se tratan distintas situaciones fácticas que pueden afectar la prestación de los servicios. Así, el caso del liberto enfermo. El caso de la liberta mayor de cincuenta años. La prohibición de realizar juramentos por causa de la libertad. (Dig. 38. 1. 37). La torpeza y el peligro de vida. El caso de la ramera y del gladiador. (Dig. 38. 1. 38) El liberto eximido de prestar servicios (Dig. 38. 1. 41). Las nupcias consentidas de la liberta. El supuesto de invalidez de las nupcias. La prestación de servicios como dependiente "ex aestimatione edentis". La dignidad, las facultades, las costumbres y el oficio del trabajador. El tiempo para el sustento uy el cuidado del cuerpo. La sociedad del liberto y el patrono.(Dig. 38. 2. 1) El caso del liberto que hubiese obtenido el "ius aureoruma nnulorum" (Dig. 38. 2. 3). El patrono ante los bienes relictos del liberto. La lex aelia sentía, y la omisión del patrono de alimentar al liberto. El dolo malo del liberto (Dig. 38. 5. 5). Los actos hechos en fraude al patrono. La acción Faviana.

 

 

VI. - El trabajo de los esclavos.

 

Las tareas desarrolladas por los esclavos, constituyen una parte importante de la actividad laboral en el mundo antiguo

Así, hemos analizado ciertos textos importantes del digesto: "Opera in actuconsistit" (Dig. 7. 8. 7. 1). El usufructo del esclavo. (Dig. 7. 8. 7. 4). La restitución del trabajo de los esclavos en su justa medida. La restitución del esclavo artífice. La estipulación de los esclavos. El caso del esclavo usufructuario. El caso del esclavo común. El caso del esclavo de la res publica, del municipio o de una colonia. Este último caso, resulta especialmente interesante cuando se trata de analizar la situación de aquellos ciudadanos romanos que por haber incumplido con sus cargas públicas, son reducidos a la servidumbre del pueblo romano "servus populi romanus". También el caso del esclavo que estipula para sí. El caso del esclavo que estipula en poder de un ladrón. El caso del esclavo ajeno que presta servicios conjuntamente a dos. El esclavo de la herencia. El caso del esclavo abandonado (Dig. 45. 3. 36)

 

VII. - Las profesiones liberales.

 

Mención especial merecen: El advocatus. Las implicancias del ejercicio de la abogacía (Suscipereinmicitias). Los accusatores. El análisis del texto de Cicerón: "Accusatores multa esse in civitate utile est, ut metu contineatur audacia". El iuris consultus. El orator. El medicus. Cicerón y la indignidad del comercio. La indignidad de los trabajos manuales en los textos de Jenofonte.

El estudio del desarrollo de las profesiones liberales merece una investigación autónoma, consideración que se desprende de la calidad y cantidad de material encontrado.

 

VIII.- El derecho argentino

 

Hemos considerado en nuestra investigación, las implicancias que pudieran venir a tener las experiencias romanas -a través del derecho castellano - indiano-, en el derecho del trabajo en nuestro país.

 

Abelardo Levaggi al escribir sobre la Historia del Derecho Argentino del Trabajo en el Tomo III de su Manual enseña que, en la Baja Edad Media -junto con el desarrollo del régimen corporativo- se inició la intervención de los reyes en el mundo del trabajo. Que fueron los conflictos entre artesanos y clases ricas ciudadanas, los que motivaron que las cortes castellanas establecieran ordenamientos para menestrales y obreros -con fijación de precios, jornadas, salarios-.Así la mayoría de los trabajadores, campesinos y trabajadores eventuales que no estaban asociados en gremios, quedaron fuera de dicha normativa; lo cual significó el principio del interés del Estado moderno en los trabajadores y en el trabajo mismo. Despertar de la conciencia social que chocó con la férrea resistencia de los grupos señoriales, ante el temor de perder sus privilegios. Entonces el concepto de trabajo que venía estando asociado a todo esfuerzo realizado por el hombre, según el estamento al que pertenecía, fue variando con la difusión del sistema del salario.  Y la vos "trabajador" -aún no "trabajo"-, sirvió cada vez más para designar  a quien aplicaba sus fuerzas a la producción de bienes, en general por cuenta ajena. La preocupación estatal de que todos vivan de su trabajo es de origen medieval -considérense las disposiciones de las Partidas de Alfonso X contra mendigos y contra holgazanes-.  Si bien subsistían las trabas legales respecto de los artesanos, los moralistas - economistas - políticos destacaban cada vez más la importancia del trabajo; la obligación positiva de trabajar, de "ganarse el pan con el sudor de la frente". Con la Ilustración -y su mentalidad burguesa, que promueve la riqueza material-, se puso el acento en el trabajo manual y en las "artes útiles".

 

Cabe rememorar las consideraciones que sobre el derecho moderno del trabajo de Coing citáramos anteriormente.

 

Francisco Cuena Boy a partir de la obra de Solorzano Pereira en su ordenación jurídico institucional y económico social de las Indias bajo el dominio español, en que conexiona las realidades del Nuevo mundo con el intelecto europeo; se interesó por la utilización de argumentos históricos de estirpe romana, principalmente bajo la forma de ejemplos y de comparaciones. De su estudio selecciono los siguientes fragmentos: "Una aproximación primaria y completamente exterior al material de Solorzano permite darse cuenta de que el autor de la Política empleada de varias maneras eso que yo llamo, con designación puramente genérica, ejemplos de los romanos. La mayoría de las veces se trata de ejemplos propiamente dichos … También muy numerosas son las comparaciones explícitas con elementos o aspectos de la realidad social o jurídico - política de los romanos, frecuentemente bajo la forma de asimilación o equiparación a ellos de los correspondientes (¿?) elementos y aspectos indianos …( Pág.105)"

                        "Los yanaconas o naborías son comparados a poscolonos adscriptos del tardío Imperio romano; de esta forma, mediante un proceso de "normalización jurídica" llevado a cabo por Solorzano y otros, se procede a la recuperación de los restos de una institución aborigen que podía resultar rentable para los españoles desde el punto de vista de sus intereses económicos y de sus relaciones con la población indígena. Aun a falta de estudios específicos que lo puedan corroborar, no es exagerado sospechar el mismo tipo de ejercicio tras la asimilación de los indios mitayos a los mitendarii romanos o de los chasquis a los tabellarii, y todavía con más motivo tras la equiparación de las reducciones  o agregaciones indígenas a los metoecias, municipios y metrocomia de los romano. Este tipo de comparaciones era ciertamente muy útil, pues no sólo proporcionaba un asidero jurídico - doctrinal para la comprensión y el eventual desarrollo legislativo de las instituciones que se asimilaban, al establecer una conexión entre ellas y el orbe de lo conocido y experimentado con anterioridad, sino que otorgaba cierta dignidad histórica a la ejecutoria en Indias de los españoles y podía, incluso, mitigar el escrúpulo que podían sentir los europeos de estar haciendo algo inusitado y posiblemente dudoso en el plano moral (Pág. 107 - 108)".

                        "En temas que tocan a los indios, el ejemplo de los romanos se utiliza un par de veces en conexión directa o indirecta con alguna de las composiciones que ya hemos referido, completando el argumento y reforzando su eficacia. El caso más significativo se refiere a la política de reducciones, que ya los romanos habían practicado con su metoecia mudando poblaciones de unas partes a otras "dándoles tierras acomodadas que poblasen y cultivasen sin poderlas desamparar ellos ni sus descendientes", de ahí la equiparación, que ya hemos visto, de las reducciones o agregaciones de los indios a una serie de figuras romanas. Otro tiene que ver con el repartimiento de indios para el servicio de correos, pues si los chasquis ya habían sido comparados con los tabellarii, poco después se pondera su necesidad alegando el ejemplo de Augusto y Galba y, lo que es aún más importante, se recuerda que a los hombres asignados forzosamente a ese servicio de los romanos los llamaban también "mancipaos": "para que no extrañe mucho el forzar a lo mismo a  los indios", concluye el párrafo Solórzano. Cierta afinidad con esto tiene el reparto de mitayos para trajines y cargas y para ventas o mesores (tambos), servicios que ya los romanos atendían mediante "hombres diputados y mancipados" a los que no se les permitía cambiar de oficio: "no podían faltar ni degenerarse a estas obligaciones y ocupaciones …

Así la obligatoriedad en general de los servicios considerados de utilidad pública se ve favorecida por el ejemplo de los plebeyos romanos, que estaban "en costumbre de servir a los patricios en los mismos ministerios de que tratamos…

El ejemplo de los romanos viene también en ayuda de la licitud de estos servicios, sea porque ocupaban en sus obrajes (textrina y ginecia) muchos oficiales "que eran como de condición servil", sea en virtud de las muchas leyes suyas que tratan de los metalarios y otros hombres "como de condición servil y mancipados" perpetuamente adscritos al trabajo de las minas….

Metoeci, mancipaos o mancipados como concepto general, plebeyos de los primeros tiempos de la República romana, colonos y adscripticios de la última etapa del Imperio, judíos y en general pueblos vencidos o señoreados: éstos son los ejemplos de raíz romana que comparecen en la Política en relación con los indígenas americanos  (Pág. 110 - 111)".

Al referirse puntualmente a Encomiendas y encomenderos se lee: "Bajo esta luz introduce los primeros

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Trabajo

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Argentina