** Facultad de Filosofía y Letras
Instituto de Investigación en Filosofía y Letras

  Año 2013

  Proyecto:  Devenir ausencia. Fernández metafísico.


Investigadores

Resumen

Zagari, Ana María
Rodríguez, José Daniel
Chendo, Mariana
Del Solar, María Cristina
Bezares, Jimena Alejandra
Johansen, Melisa

Devenir ausencia ha propuesto la búsqueda de ciertas metafísicas del límite en el estudio de cuatro autores latinoamericanos: Macedonio Fernández (No todo es vigilia la de los ojos abiertos); Jorge Luis Borges (La muerte y la brújula, Emma Zunz, El jardín de senderos que se bifurcan, Las ruinas circulares); Leopoldo Marechal (AdanBuenosayres); Juan Filloy (Caterva). En Fernández hemos investigado la posibilidad de una metafísica de la afección; en Borges, el transcurso de una lógica del simulacro; en Marechal, el fluir de una metafísica de la frontera, y en Juan Filloy la novela como una ontología de los bordes. Estas ontologías y metafísicas del límite se han estudiado en la figura de constelaciones donde ausencias, memorias, recuerdos, olvidos y derrotas/derroteros dibujan las escorias de los tiempos y los lugares.

Teniendo presente el objetivo primero del año 2009, que promovía el estudio de una metafísica de la ausencia en los principales textos de Macedonio Fernández, no sólo se ha cumplido con ese objetivo originario sino que, a partir de los años 2010 y 2011, se ha ampliado la investigación, abriéndose la figura de una metafísica de la ausencia a la más amplia posibilidad de leer una metafísica latinoamericana en las figuraciones del límite, la frontera, los bordes. De este modo, hemos incorporado al estudio de los textos de Fernández, el estudio de Adán Buenosayres (Leopoldo Marechal), Caterva (Juan Filloy), y La muerte y la brújula, Emma Zunz, El jardín de senderos que se bifurcan, Las ruinas circulares (Jorge Luis Borges).

A lo largo de la investigación hemos encontrando que la metafísica de estos autores fluye desde la marginalidad de las metafísicas oficiales y europeizantes. Presentamos un breve resumen de lo trabajado en cada autor:

Caterva anuncia la presencia de siete mendigos como protagonistas del "umbral". Estos hombres tienen una percepción carnavalesca del mundo, con una actitud crítica y cínica que se expresa con heterogeneidad de estilos y voces. Son marginales de diversas edades, calvos, un tuerto, un pervertido, lo que manifiesta aún más el "borde", ya desde lo físico, ya desde lo moral. Antihéroes, sabios, pícaros, deambulan por un laberinto de aventuras humanas que los llevan hacia los con-fines, de la ciudad, de la legalidad, de la vida. Los bajos fondos, un  tren, la cárcel, el río, un puente son los lugares del umbral por donde transitan los vagabundos y se constituyen en tanto hombres del tiempo y del espacio.

El espacio en el AdanBuenosyares es también una condena a la región fronteriza, definida por la lucha y el misterio. Los ya no tan héroes y ya no tan malevos se ven obligados a trasnochar un entre, a transitar una confusión, una porción de espacio-tiempo indeterminada,  una pausa de lo definido. Y el miedo, algo que los define es el miedo, de saberse monstruos, de estar constituidos por sangre de río, barrio y mentira. Miedo de dudar, aunque añorando, de almas y de inmortalidades. Será que Adán sabe que todos somos extranjeros -temor antiguo a la impropiedad- y esto implica cierto alejamiento del orden, cierto miedo a lo amorfo, a volverse amorfo, a desaparecer. Los patriotas de barro que huyen del cielo no necesitan de categorías, ni ideas, ni estructuras pedantes son en tanto que están perdidos, que opinan, que no dejan de opinar socarronamente sobre la gravedad de las cosas.

Lo macedonianamente importante es que el mundo que luego es representado, primero es inventado por la afección. La Afección es la clave de la metafísica de Fernández. Clave ontológica que desanda cualquier diferencia esencial entre ensueño y vigilia. "¿Qué puede importar que el ensueño carezca del atributo o esencialidad llamada realidad si los sueños han existido siempre, son tan frecuentes como la vigilia y en el orden de la afectividad, única vía del Ser, son de igual contenido que la vigilia?" (1990:94) El sueño no es todo sueño. Ni la vigilia es toda la de los ojos abiertos. Macedonio distingue entre verdades pedantes frías y verdades calientes. Las verdades pedantes frías son los axiomas de la representación, columna vertebral de la metafísica inafectiva. La metafísica de Fernández supone a la afección como carne de la representación, verdades calientes que hacen al poder de la afección. Metafísica que, de tanta intensidad, calienta la frialdad de las verdades representativas dejando al descubierto las carnes afectivas de todo cuerpo representado.

Se puede pensar que las ontologías de Borges son hipotéticas astucias con las que burlar el incesante transcurso. Lo dice en el Prólogo de la Historia de la eternidad, la eternidad es un artificio que nos libra de la intolerable opresión de lo sucesivo. Anotemos de paso que en la definición citada el transcurso aparece homologado a la serie de los sucesos.

En la transposición de las apariencias la sustancia parece ser un solo y mórbido plano de palabras que se forma y modela por la escritura en un gesto único y permanente que cambia en él el lugar de su ausencia. En el que cambia de lugar su ausencia de lugar.

La sustancia con que están hechos los fantasmas no supera el límite de la lectura conjetural y el valor escénico de cada hipótesis lo dará en su verosimilitud. Lo verosímil es la toda la verdad que pueden alcanzar los fantasmas. Y será a condición de que no falte la palabra que explica el lugar del fantasma en la escena. La palabra debe estar para que la hipótesis pueda ser formulada pero debe aparecer en un otro lugar para que el fantasma pueda estar en escena. Como la carta robada, la palabra deberá estar en un fuera de lugar.

En algunos relatos de Borges, e intuyo que también en muchos poemas, los personajes accionan en dos planos, simultaneos y coincidentes, como aquellos mapas perfectos de las Artes Cartográficas de China en los que el mapa concurría punto a punto con el territorio. Emma Zunz, con un propósito definido, construye, en tiempos y espacios diversos, el fantasma de un evento canallesco, que luego presenta como la secuencia completa de un crimen. En El jardín de senderos que se bifurcan el protagonista vive con decisivo fatalismo los acontecimientos de su vida a sabiendas de que ellos estaban prescriptos en la novela escrita por su antepasado. En Las ruinas circulares la sustancia del Fuego y sus sacerdotes coexisten con otras sustancias sagradas y sus sacerdotes, pero los magos del Fuego son capaces de soñar hombres que son capaces de soñar hombres y a ellos el fuego no los daña. En El jardín de senderos que se bifurcan el protagonista recorre con determinación la incesante escena sagrada de Edipo de Tebas y en un laberinto boscoso, para confirmar su destino, asesina a un rival a quien desconoce  pero al que de algún modo oscuro, ama.

Por eso Nadie es quien ve al mago desembarcar en la unánime noche y su sombra lo que hace de esa noche el alma única de todas las noches.

Por eso entre los casos de Lönnrot, ninguno es tan rigurosamente extraño como el que culminó en su muerte y tampoco su hipotético sospechoso. En La muerte y la brújula la verdad es un improbable error y lo verosímil una indiscutible hipótesis.

El mundo son las cosas y los hechos. Pero el cosmos está incompleto sin las interpretaciones de lo mundano. Conjeturas hechas de la sutil materialidad de la biblioteca, todas son una ilegible hipótesis sobre el cósmico hacerse a sí mismo, o de cómo un lugar de ausencia deviene un ausente de lugar.

 

Las diferentes temáticas de la investigación han sido incorporadas en 2013 en las clases de Filosofía del Arte y la Literatura de la Escuela de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la USAL, cuyo Profesor Titular es Daniel Rodriguez.

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Palabras claves: 

Simulacro

Frontera

memoria

Afección

Borde

Sueño