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Rípodas Ardanaz, Daisy
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Para redactar las advertencias que entrega a su hija recién desposada cuando se marcha de la Plata a Potosí, Juan José de Segovia, oidor honorario de la Audiencia de Charcas, abreva sin declararlo en La perfecta casada (1583) de Fray Luis de León, en La familia regulada (1713) de Fray Antonio Árbol y, con mención explícita, en alguna obra de la escritora francesa Mme. Leprince de Beaumont (ca. 1755-65). El eclecticismo es solo aparente: Segovia quiere, como ellos, una mujer dispuesta a obedecer y complacer a su marido y aun a disimular sus eventuales deslices, capaz de bien aconsejarlo y de gobernar su casa; una mujer que se quede en su hogar cosiendo y bordando y que no concurra a saraos.Brillan por su ausencia las recomendaciones contemporáneas de la Ilustración cristiana sobre la instrucción de la mujer quien, para mejor desempeñar su doble papel de esposa y madre, ha de recibir nociones de historia, geografía, ciencias naturales y, de ser posible, conocer un idioma extranjero. La carta es, pues, un buen exponente de que las nuevas ideas no calaron fácilmente en la sociedad virreinal, aun entre gente con formación universitaria: exhibe paladinamente, sin aires de modernidad, el pensamiento de un conservador, al punto de que, si se leyera imaginándola escrita en tiempos de Fray Luis de León, poco sería lo que en ella resultaría anacrónico.
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