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Rípodas Ardanaz, Daisy
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Dado que las proclamaciones y exequias Reales se aprovechan para proponer al pueblo -mediante montajes escenográficos, sermones y poesías- la imagen de un Rey modélico con el propósito de despertar y mantener una estrecha adhesión a su persona cuasi divina, llama la atención que en ciertos sermones de la proclamación y exequias de Luis I y de las exequias de Felipe V se encuentren consideraciones capaces de afectarla. Como es notorio, habiendo Felipe V abdicado en su hijo Luis y sus correspondientes sucesores en cumplimiento de un voto, hubo de reasumir la corona al poco tiempo por muerte de aquél. Al compás de estos sucesos, los sermones de las celebraciones Reales registran que Felipe renunció a la corona sin consentimiento de sus vasallos y, consiguientemente, que Luis no tenía derecho a ella viviendo su padre. De este modo se justificaba la vuelta al trono de Felipe a pesar del voto pero, a la vez, se menoscababa hasta cierto punto la legitimidad de uno y otro Monarca: si Felipe había dejado inconsulta y, por lo tanto, ilegítimamente la corona, Luis no había tenido derecho a ella por ¿defecto de origen, y Felipe había perdido el derecho a reasumirla por defecto en el uso del poder. Con esto la imagen de Rey modélico se exponía a un incipiente resquebrajamiento en las celebraciones de México y Lima, las dos capitales virreinales, y de cuatro o cinco ciudades importantes más.
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